Desperté esta mañana, a las 6:00 AM. El alba aun no ilumina mi ondulada cabellera. Esta vida la estoy viviendo a hasta llegar a las últimas consecuencias. Pero hoy me siento extraño, me cuesta percibir mi cuerpo, debe ser por la terrible borrachera de anoche por tanto whisky y tequila. Pero es muy entretenido lo que pasó anoche, ¡Y más entretenido fue amanecer sentado en una estación de trenes abandonada! Debe ser la estación de Gaete...
No me explico como diablos llegué aquí, si yo estaba bebiendo en los locales del Barrio Estación para posteriormente trasladarme, a exceso de velocidad, en mi camioneta, con locura, con pasión, ¡Rum rum ruuuum!, hasta Chiguayante, y ahí, me junté con unos amigos y fuimos a la ribera del Bio Bio.
Puede sonarles una historia algo banal, algo “chacotera2 como dicen las viejitas que bailaban salsa al son de Juan Antonio Labra, y sonaba “para bailar/ tienes que mover/ tu cintura mamita/ ¡ay, ay, ay que rico mueve!/” ¡Puaj! Me imaginé a la vieja gorda de la Margarita, que vive al lado de mi casa. Esa vieja que siempre anda copuchando, y se vive quejando por todo, ¡Que locura hombre!
Pero no me imagino la reciprocidad de la vida cuando te vuelve el alma al cuerpo cuando se te pasa la cañita. De todas formas estoy cansado de seguir vagando por las calles de Concepción, ya estoy “chato” de andar “carreteando” y ver a mi vieja desesperada mientras yo llego “terrible” mareado a la casa, y veo su cara distorsionada en el espejo mientras me miro la cara, esa cara de persona políticamente correcta que en este día la siento cada vez mas presente, como el compañero Allende, que esta presente todos los días cuando voy al “guater” y veo su foto para cagar mas fuerte; es que soy un “facho”, pero orgulloso de serlo. Y lo paso bien, tengo plata, y no hay problemas en mi vida. Soy perfecto, soy la elite de este país.
Yo creo que es hora de “virar” de este lugar tan “picante”, así que me voy a buscar la camioneta que no se donde la dejé. Veo el asiento de madera, era un viejo riel, está podrido y rancio. Sigo mirando la barrilla de madera en la que estaba sentado, y el lugar abandonado completamente. Es terrible la decadencia social, esta ha llegado a circunstancias horrorosas. Fíjate compadrito, estoy solo, sin saber por qué estoy aquí, ebrio y sin poder irme para la casa. Solo y en medio de la nada, en un lugar decadente, horrible, y me sentí por primera vez en la vida en el lugar correcto para mi. Me sentí un borracho, decadente, sin expectativas de vida, sin conciencia y movido por la burda voluntad del alcohol y los vicios. Y me di cuenta de quien soy, de por qué estoy aquí, y lloré por mi decadencia, por mi condición de humano, soy el único habitante de una estación abandonada, que hace muchos años gozó de esplendor y gloria, pero la vida de esa gente hizo morir este lugar; por que la decadencia del hombre, que va muriendo a pausa, día a día, hora a hora, segundo a segundo, se contagia con la naturaleza y con las creaciones del mismo ser.
La verdad, es que estoy convencido, más que nunca, de que estoy en el lugar perfecto para un humano perfecto como yo. Seguí caminando.
Donde estaba sentado había un charco de sangre y una botella de pisco al lado de donde tenía mi pierna. Sentí miedo de vivir sin saber que estaba muerto. Así, Salí con terror de la estación, de mi estación.
Caminé rápidamente hacia la calle Colón, entre la pesquera el Golfo y una empresa abandonada, como el alma del hombre solitario. Al frente mío, la isla Rocuant y la contaminación, que percibí en el aire, como nunca antes. Pero creo que era mi cuerpo el más podrido.
El sol estaba apareciendo, y ya estaba cerca de mi casa. La casa es el orgullo de mis padres, que con mucho esfuerzo construyeron, con años y años de trabajo. Pero resulta que con el paso de los años, será tan decadente como la estación de trenes. Igual sufrirá la decadencia del humano, y a causa del hombre mismo, lo que el ser humano hace y toca, es materia muerta. ¿Será que todo es materia muerta?; ¿Estaré pensando en el fin?
En el camino a casa, los delincuentes más temidos no me miraban, la gente que salía de su trabajo nada me decía cuando les preguntaba si me podían dar una moneda. Era un ser inerte, era un hombre hecho de nada. Pero estoy pensando, estoy pensando mucho, ya no soy un hombre estúpido, no soy una basura, estoy evolucionando.
Empecé a pensar lo mejor de este viaje, fue la mejor Juerga. Me estoy dando cuenta que he superado la materia y que ahora soy alma y pensamiento. He olvidado mi cuerpo. Estoy cerca de mi casa.
Me siento un hombre nuevo. Acabo de pensar mucho más de lo que he pensado en toda mi vida. Por primera vez entiendo lo que es estar vivo. La puerta de mi casa está extrañamente abierta…
Hay muchos autos afuera de mi casa, gente triste venía entrando, muchos amigos, conocidos de mis viejos, familiares que no veía hace años, etcétera, etcétera… Me asusté demasiado, no sabía que diablos pasaba. Me llené de agallas y decidí entrar con una actitud que no sé de donde saqué.
Cuando veo hacia adentro, en el living, mi madre lloraba al lado de un féretro. Me empecé a preocupar, quizás murió mi abuelito, o que se yo. Así que me acerqué de a poco al ataúd, a ver quien era el personaje que estaba adentro.
Sorpresa fue para mi cuando miro para adentro del cristal, y no había nadie… excepto un espejo. En ese espejo me reflejaba, obviamente, yo. Vi mi cara de decadencia, por la juerga, por la droga, por el alcohol y los excesos, vi en mi cara, la cara de miles de jóvenes sin destino. Entré a desesperarme.
Recuerdo que en ese instante caí desmayado, o al menos eso creo, por que perdí el conocimiento. Al volver en si, me costaba mucho abrir los ojos, pero cuando lo conseguí hacer mi sorpresa se volvió horror. ¡Estaba adentro del cajón!
Desperté gritando, y arañando un vidrio. Eso me desesperó mas, al creer que era el cristal de la urna. Pero estaba como doblado, y todo estaba oscuro. Miro por fuera del vidrio, estaba un poco trizado. Era la estación de Gaete. El humo no me dejaba ver bien, pero trato de doblar la cabeza para estirarme, y no podía, estaba entre el vidrio y un tapiz de cuero. Ahí me di cuenta que había chocado. Me dolía todo el cuerpo, pero eché a reír, el dolor se atenuó por el hecho de pensar en mi sueño. El accidente ha matado a mi yo antiguo, ahora, como les pasa a muchas personas accidentadas, me siento un hombre nuevo. Cambiaré mi actitud hacia la vida. Fue la mejor Juerga de mi vida. Sé que pasarán unas semanas, y seguiré siendo este hombre nuevo, pero tengo claro que mas temprano que tarde volveré a ser el mismo bribón de siempre.
No me explico como diablos llegué aquí, si yo estaba bebiendo en los locales del Barrio Estación para posteriormente trasladarme, a exceso de velocidad, en mi camioneta, con locura, con pasión, ¡Rum rum ruuuum!, hasta Chiguayante, y ahí, me junté con unos amigos y fuimos a la ribera del Bio Bio.
Puede sonarles una historia algo banal, algo “chacotera2 como dicen las viejitas que bailaban salsa al son de Juan Antonio Labra, y sonaba “para bailar/ tienes que mover/ tu cintura mamita/ ¡ay, ay, ay que rico mueve!/” ¡Puaj! Me imaginé a la vieja gorda de la Margarita, que vive al lado de mi casa. Esa vieja que siempre anda copuchando, y se vive quejando por todo, ¡Que locura hombre!
Pero no me imagino la reciprocidad de la vida cuando te vuelve el alma al cuerpo cuando se te pasa la cañita. De todas formas estoy cansado de seguir vagando por las calles de Concepción, ya estoy “chato” de andar “carreteando” y ver a mi vieja desesperada mientras yo llego “terrible” mareado a la casa, y veo su cara distorsionada en el espejo mientras me miro la cara, esa cara de persona políticamente correcta que en este día la siento cada vez mas presente, como el compañero Allende, que esta presente todos los días cuando voy al “guater” y veo su foto para cagar mas fuerte; es que soy un “facho”, pero orgulloso de serlo. Y lo paso bien, tengo plata, y no hay problemas en mi vida. Soy perfecto, soy la elite de este país.
Yo creo que es hora de “virar” de este lugar tan “picante”, así que me voy a buscar la camioneta que no se donde la dejé. Veo el asiento de madera, era un viejo riel, está podrido y rancio. Sigo mirando la barrilla de madera en la que estaba sentado, y el lugar abandonado completamente. Es terrible la decadencia social, esta ha llegado a circunstancias horrorosas. Fíjate compadrito, estoy solo, sin saber por qué estoy aquí, ebrio y sin poder irme para la casa. Solo y en medio de la nada, en un lugar decadente, horrible, y me sentí por primera vez en la vida en el lugar correcto para mi. Me sentí un borracho, decadente, sin expectativas de vida, sin conciencia y movido por la burda voluntad del alcohol y los vicios. Y me di cuenta de quien soy, de por qué estoy aquí, y lloré por mi decadencia, por mi condición de humano, soy el único habitante de una estación abandonada, que hace muchos años gozó de esplendor y gloria, pero la vida de esa gente hizo morir este lugar; por que la decadencia del hombre, que va muriendo a pausa, día a día, hora a hora, segundo a segundo, se contagia con la naturaleza y con las creaciones del mismo ser.
La verdad, es que estoy convencido, más que nunca, de que estoy en el lugar perfecto para un humano perfecto como yo. Seguí caminando.
Donde estaba sentado había un charco de sangre y una botella de pisco al lado de donde tenía mi pierna. Sentí miedo de vivir sin saber que estaba muerto. Así, Salí con terror de la estación, de mi estación.
Caminé rápidamente hacia la calle Colón, entre la pesquera el Golfo y una empresa abandonada, como el alma del hombre solitario. Al frente mío, la isla Rocuant y la contaminación, que percibí en el aire, como nunca antes. Pero creo que era mi cuerpo el más podrido.
El sol estaba apareciendo, y ya estaba cerca de mi casa. La casa es el orgullo de mis padres, que con mucho esfuerzo construyeron, con años y años de trabajo. Pero resulta que con el paso de los años, será tan decadente como la estación de trenes. Igual sufrirá la decadencia del humano, y a causa del hombre mismo, lo que el ser humano hace y toca, es materia muerta. ¿Será que todo es materia muerta?; ¿Estaré pensando en el fin?
En el camino a casa, los delincuentes más temidos no me miraban, la gente que salía de su trabajo nada me decía cuando les preguntaba si me podían dar una moneda. Era un ser inerte, era un hombre hecho de nada. Pero estoy pensando, estoy pensando mucho, ya no soy un hombre estúpido, no soy una basura, estoy evolucionando.
Empecé a pensar lo mejor de este viaje, fue la mejor Juerga. Me estoy dando cuenta que he superado la materia y que ahora soy alma y pensamiento. He olvidado mi cuerpo. Estoy cerca de mi casa.
Me siento un hombre nuevo. Acabo de pensar mucho más de lo que he pensado en toda mi vida. Por primera vez entiendo lo que es estar vivo. La puerta de mi casa está extrañamente abierta…
Hay muchos autos afuera de mi casa, gente triste venía entrando, muchos amigos, conocidos de mis viejos, familiares que no veía hace años, etcétera, etcétera… Me asusté demasiado, no sabía que diablos pasaba. Me llené de agallas y decidí entrar con una actitud que no sé de donde saqué.
Cuando veo hacia adentro, en el living, mi madre lloraba al lado de un féretro. Me empecé a preocupar, quizás murió mi abuelito, o que se yo. Así que me acerqué de a poco al ataúd, a ver quien era el personaje que estaba adentro.
Sorpresa fue para mi cuando miro para adentro del cristal, y no había nadie… excepto un espejo. En ese espejo me reflejaba, obviamente, yo. Vi mi cara de decadencia, por la juerga, por la droga, por el alcohol y los excesos, vi en mi cara, la cara de miles de jóvenes sin destino. Entré a desesperarme.
Recuerdo que en ese instante caí desmayado, o al menos eso creo, por que perdí el conocimiento. Al volver en si, me costaba mucho abrir los ojos, pero cuando lo conseguí hacer mi sorpresa se volvió horror. ¡Estaba adentro del cajón!
Desperté gritando, y arañando un vidrio. Eso me desesperó mas, al creer que era el cristal de la urna. Pero estaba como doblado, y todo estaba oscuro. Miro por fuera del vidrio, estaba un poco trizado. Era la estación de Gaete. El humo no me dejaba ver bien, pero trato de doblar la cabeza para estirarme, y no podía, estaba entre el vidrio y un tapiz de cuero. Ahí me di cuenta que había chocado. Me dolía todo el cuerpo, pero eché a reír, el dolor se atenuó por el hecho de pensar en mi sueño. El accidente ha matado a mi yo antiguo, ahora, como les pasa a muchas personas accidentadas, me siento un hombre nuevo. Cambiaré mi actitud hacia la vida. Fue la mejor Juerga de mi vida. Sé que pasarán unas semanas, y seguiré siendo este hombre nuevo, pero tengo claro que mas temprano que tarde volveré a ser el mismo bribón de siempre.